En cuanto a la conceptualización de la sostenibilidad, usualmente suele definirse como la satisfacción de las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de satisfacción de las generaciones futuras, guardando un equilibrio entre el crecimiento económico, protección del medio ambiente y el desarrollo social.
El énfasis de esta postura radica en la palabra Equilibro, es decir, que cada acción que se establezca debe ser proporcional y no exceder la utilización de los recursos; bajo esta consideración se vienen gestando diferentes estrategias globales que permitan salvaguardar a posteridad dicha satisfacción.
Una de ellas y quizás la más conocida, debido al involucramiento de los gobiernos, es la Agenda para el desarrollo sostenible, de las naciones unidas, el cual fue un llamamiento universal para actuar en pro de poner fin a la pobreza, proteger el planeta, mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo, en el 2015 se establecen 17 objetivos de desarrollo sostenible, enmarcados en la Agenda 2030, un plan de trabajo e intervención por 15 años.
Al ser una iniciativa global, el llamado se extiende a todos los sectores de la sociedad a nivel mundial, el cual involucra las transiciones políticas, las instituciones, marcos regulatorios gubernamentales, ciudades y autoridades locales y por último a nivel personas, que incluye a la sociedad civil, medios de comunicación, sector privado, sindicatos, círculos académicos entre otros. Sin duda, la invitación converge a todos; por lo que este movimiento ha suscitado dos acontecimientos relevantes a nivel empresarial:
Primero: Reconocer que el desarrollo sostenible es inherente a la cohesión de todos los actores de sociedad, donde las empresas ejercen un papel principal.
Segundo: Reestructurar o Integrar a las estrategias organizacionales, incluyendo las misionales, los aspectos asociados a la sostenibilidad, considerándose como un gestor de cambios.
Para ello, existen diversas formas, metodologías y marcos de referencia para iniciar este camino, todos en pro de realizar una implementación efectiva, y que genere los resultados propuestos; las empresas de acuerdo con su naturaleza, identidad o actividad económica, logra desde su planeación estratégica, definir aquellas acciones que serán estandarte en este proceso. Las cuales pueden iniciar desde la certificación ante cualquier entidad representativa, definición de un área de sostenibilidad que lideré, realicé seguimiento y monitoreo, o en ocasiones mientras madura el proceso, van mejorando o adhiriendo actividades puntuales que apalanquen la estrategia en cada una de las áreas de la organización.
No existe un único procedimiento estándar o que implique la rigidez en la definición y lineamiento para ir camino a la sostenibilidad, sin embargo, todo cambio se logra generar si, a través de un primer paso, logramos reconocernos como parte fundamental de la transformación y el crecimiento sostenible. Cuando esto sucede y posteriormente se dispone a trabajar por ello, se empiezan a gestar estrategias para lograrlo, finalmente esto termina siendo un proceso que llega a un estado de maduración, que logre la estabilidad y propicie el aporte e involucramiento que se requiere para sumar y lograr una sociedad mas equitativa.